Carta y Mensaje

Carta a Agustín Tomé, coordinador del Movimiento 26 de Julio en Camagüey

Estimado Crescenciano [Agustín Tomé, coordinador del Movimiento 26 de Julio en Camagüey]:
 
No tengo noticias de esa Provincia desde su última carta. Lamentablemente por radio no hemos podido hacer comunicación y las comunicaciones por carretera ya debe usted suponer cómo andan. […].
 
Pero hay además, otra cosa: con mucho trabajo y solo gracias a poder encontrar por fin hombres realmente capacitados logramos organizar un departamento de abastecimiento de armas con que abastecernos directamente después que el Movimiento había malbaratado más de trescientos mil pesos con delegados que no lograron traernos un solo fusil. Después que hemos resuelto al fin aunque muy modestamente ese problema, cuando hemos logrado poner un poco de orden en cosa tan importante y discreta ¿qué necesidad tenemos de introducir la anarquía en ese departamento e iniciar la compra de armas por la libre, que aparte de todos los inconvenientes de falta de organización y disciplina, fracasos posibles, etc. puede poner en peligro la discreción y seguridad de lo poco que hemos logrado hasta ahora? Las gestiones que usted ha estado haciendo con elementos de otras organizaciones para fines de carácter bélico y de abastecimiento de armas sobre las que he recibido tardías noticias con carácter de contactos consumados y proyectos por realizar en días determinados no me preocuparían gran cosa, y hasta estaría dispuesto a comprender el natural deseo de reunir lo que tanta falta hace: armas, si no viera con justificada aprehensión el peligro de que por no tener las cosas bien aclaradas, advertidas, estudiadas y planeadas, Camagüey se vaya a convertir en un caos de organizaciones, mandos, jefes y jefecillos como Las Villas. Yo que tengo derecho a conocer el valor de la disciplina y la coordinación en una guerra, sé que doscientos hombres bien identificados hacen mucho más que cinco mil que no se entiendan y con los que no es posible realizar ni confiar en la realización de ningún plan, y que hay cosas que en una guerra no se pueden sacrificar por ninguna cantidad de armas.
 
Tengo entendido que usted realiza gestiones de carácter personal y valiéndose de su crédito privado para reunir una determinada cantidad con que llevar a cabo esos proyectos. No pueden haber en una organización dos clases de planes: unos como miembro de la misma y otros como asuntos privados. Un miembro de una organización y mucho menos un dirigente, no puede hacer proyectos de carácter privado pensando que lo justifica el hecho de respaldarlo con sus recursos personales. ¿Qué sentido tiene hacer eso? Si el plan es bueno, se propone a la Organización. Si la Organización lo acepta, en ello deben invertirse los recursos de la misma. ¿Cómo puede darle usted una explicación correcta a la búsqueda privada de diez mil pesos para adquirir armas para esa Provincia, cuando el Movimiento tiene cientos de miles de pesos?
 
Cuando yo decidí enviar a esa provincia una cantidad de hombres armados, no hubo necesidad de que se mandara aquí un solo centavo previamente, ni tampoco se requirió para enviar otro número de hombres armados a reforzar la primera columna. Los mandé cuando creí que hacían falta. ¿Qué obsesión es esa de adquirir armas para Camagüey? ¿Quién le ha dicho a nadie que los planes y la distribución de armas tenga algo que ver con los sentimentalismos personales? ¿Considera usted que por ejemplo, tiene lógica mandar armas en un momento dado a una provincia cuando en otra puedan ser necesarias para una batalla decisiva que aporte a la revolución en conjunto un saldo mucho mayor? El envío de armas a una provincia determinada se hace de acuerdo con un plan determinado. Los planes en una guerra los concibe y ejecuta un determinado organismo de mando, no es cosa que deba decidirse por capricho o por personales deseos o deseos de una localidad determinada. ¿No le parece a usted por ejemplo que en el momento en que el enemigo desató su gran ofensiva en la Sierra Maestra hubiere sido un disparate tener nuestras armas regadas por toda la isla? No se hubiera podido ocupar entonces una sola arma, ni habría hoy dos columnas en las Villas y una fuerza en esa provincia. Yo me tomo con gusto el trabajo de razonarle sobre estas cosas, pero para mí por lo que he sufrido y he pasado en dos años soportando las consecuencias de los errores de muchos, constituyen cosas elementales. […].

09/11/1958